Óculo Tesauro De Arte & Arquitectura

Cabe señalar que el diseño de este edificio se inspiró en la casa de la comarca de “El Señor de los Anillos” -habitada por hobbits (especie de duendes)-. Las obras presentan un nuevo tipo de planta que ofrece planos oblicuos para dar sensación de movimiento (espacios dinámicos), en la más estática de las artes. Gusta de representar o sugerir el infinito (un camino que se pierde, una bóveda celeste, un juego de espejos que altere y haga irreconocibles las perspectivas). Esta disposición para empatizar era entendida como la capacidad para sentirse dentro de ellas, reconociendo e identificando cualidades con las cuales familiarizarse. La importancia de contar historias no ha radicado en su veracidad, sino en su capacidad para transmitir información relevante, como conocimientos ancestrales, tradiciones, costumbres culturales o valores morales (Young y Saver, 2001).

ventanas ovaladas

La posibilidad de aumentar o disminuir la disposición para empatizar con la calle interactuaba con la posibilidad de esta para permitir la visión de sus fachadas, con el nivel de su visibilidad. Mediante la transformación del espacio físico se pretende crear una escenografía referida a los espacios mortuorios, apelando a lo sensorial. El G600 también es conocido por sus galardonados diseños de interiores y asientos, se puede configurar en hasta cuatro áreas de estar y tiene capacidad para 19 pasajeros. La aeronave cuenta con la experiencia de cabina de Gulfstream, con niveles de ruido silenciosos, una altitud de cabina refrescantemente baja, aire 100% fresco purificado por un sistema de aire limpio de ionización de plasma y abundante luz natural proveniente de 14 ventanas ovaladas panorámicas de Gulfstream, las más grandes de la industria.

La historización era la cualidad de las fachadas que posibilitaba un vínculo con el pasado, con los hechos que sucedieron en la calle y con las personas que lo hicieron. La disposición para empatizar con la calle podía aumentar o disminuir si se reconocía en las fachadas una historia detrás, verdadera o no, pero que permitiese no sentirse solo. “Por ejemplo acá [calle con fachadas Tipo A] hay más movimiento porque muchas personas abren en sus primeros pisos una bodega o un menú, y así hay una dinámica económica. Las fachadas Tipo B eran percibidas como elementos que no se dejaban ver por los muros perimetrales que bloqueaban la visión.

Si yo paso por una zona tranquila ¿Cómo puedo saber si en la esquina me está esperando un choro? Figura 6 Levantamientos gráficos de las fachadas Tipo A y Tipo B en Lince, Jesús María y Santa Beatriz. Tabla three Lista de personas entrevistadas en Lince, Jesús María y Santa Beatriz. Figura three Ubicación de las fachadas estudiadas en Lince, Jesús María y Santa Beatriz. El desplazamiento erguido y sobre dos pies ha permitido a los seres humanos percibir y experimentar el entorno de una manera distinta a la de otras especies.

Identificar que las fachadas propicien un alto nivel del sentido de comunidad posibilitaba percibir la calle como un lugar con vida, con gente en la calle a pesar de no verlas, imaginarse la posibilidad de vivir en ellas. “De las pocas o varias veces que he podido caminar por acá [calle con fachadas Tipo A], porque trabajo cerca, veo que acá es un trato cordial, con educación y está relacionado con el tipo de educación que tienen las personas. Por el contrario, una calle con fachadas Tipo A permitía una mayor visibilidad, Marta (mujer, 40 años) resumía, “Es mucho más agradable a la vista.” A pesar de la existencia de un componente subjetivo en esas afinidades, la posibilidad de ver las fachadas marcaba una diferencia.

Por lo tanto, la intención no fue elaborar una teoría common sobre la empatía con el entorno construido, sino enfocarse en un elemento -fachadas- y un caso -tres barrios de la ciudad de Lima- para empezar a abordar este complejo tema. Las ideas y opiniones fueron procesadas por categorías de codificación que en una primera instancia permitía elevarlas a conceptos, compararlas y reajustarlas constantemente. Estos conceptos entran enfrentados entre ellos para desarrollar categorías que, luego, eran asociados por similitud en cualidades que se consideraron influían en los niveles de la disposición para empatizar con las calles. Cuando alguien indica que “saldrá a caminar” ¿qué quiere decir y en qué se diferencia del mero “caminar”? En principio, se asume que lo hará en el espacio exterior, que en el caso de las ciudades, es el espacio público compuesto por calles y plazas. Sin embargo, no saldrá a caminar por cualquier calle, sino por aquella que le permita realizar una específica interacción que posibilite aumentar su disposición para empatizar con ella.

Por el contrario, una distinción basada en propiedades formales reveló la existencia de cualidades que pueden aumentar o disminuir la disposición a empatizar sin importar el año de construcción de la fachada. Independientemente de que el caminar sea una experiencia multisensorial, la mitad de la información sensorial que es llevada al cerebro es visual (Kandel, 2012) y al trasladarnos a las ciudades han sido las calles las que nos han permitido construir una imagen de ella (Lynch, 2008). Parte de esa imagen ha estado influenciada por las fachadas que contienen y dotan de un carácter habitacional tan característico como se puede observar en la Figura 2 (Holston, 1989). Han sido las fachadas que vemos cuando caminamos las que han dotado de identidad y lenguaje a las diversas calles de nuestras ciudades. El objetivo del presente estudio fue revelar las cualidades formales -identificadas visualmente en las fachadas- que influían en la disposición para empatizar con las calles, como una primera aproximación de los complejos procesos empáticos con la ciudad. Las fachadas son solo un componente más de las diversas razones que pueden existir para que una persona decida salir a caminar.

Contar una historia atractiva sobre algo no depende únicamente de la habilidad de quien lo cuenta, sino también de que las características formales del objeto lo permitan. Una thought de identidad emergía a partir de las historias que la soportaban y, para la ciudad de Lima, lo colonial era lo más recurrente. Aquellas fachadas no fueron hechas en esa época ni eran del mismo estilo formal, sin embargo, la manera de organizarlas ornamentalmente hacia recordarlas. Para abordar ese problema se utilizó un enfoque cualitativo que permitiese a los entrevistados, con sus ideas y opiniones, ser partícipes de la construcción de conocimiento. Se buscó que las percepciones e imaginarios urbanos correspondieran a personas que caminasen constantemente por esas calles. En principio se pensó en quienes vivieran ahí, no obstante, se descubrió en exploraciones tempranas que eso no era condición para que salieran a caminar por sus calles, sobre todo en las Tipo B. Por lo tanto, se decidió trabajar con quienes estuvieran transitando por ahí.

Se elaboraron seis cartillas, dos por cada barrio, que graficaban las fachadas Tipo A y Tipo B a una escala determinada, monocromática y sin la vegetación existente (Figura 6). Solo se trabajó con un lado de la cuadra -espacio entre dos esquinas de una manzana- pues estas calles eran relativamente anchas -de aproximadamente 19 metros- y la vista que se tenía cuando se caminaba por una de sus calzadas implicaba mayoritariamente las fachadas y una berma lateral (Figuras 4 y 5). Enfermedades mentales, los estados melancólicos y la histeria femenina, diversas epidemias y disaster sanitarias, la orfandad y la pobreza son parte de las temáticas que se pueden asociar a esta selección de obras, que permiten reflexionar de forma crítica en torno a la sociedad de masas, sus dinámicas políticas y económicas. Las obras, que corresponden a diversos períodos y estilos, fueron realizadas principalmente entre los siglos XIX y principios del XX. Se trata de pinturas, dibujos, óleos, esculturas, sobrerrelieves y grabados de artistas chilenos y extranjeros que, articulados en ocho estaciones, dan cuenta las formas de representación de la muerte, el duelo, la melancolía, el sentimiento de pérdida y desamparo tanto individual como colectivo. En 1585 el Papa Sixto V inició las obras para la transformación urbana de Roma, encargando a Domenico Fontana la conexión entre los principales edificios religiosos de la ciudad por medio de grandes ejes viarios rectilíneos.

A pesar de que todas las calles sean físicamente caminables, no todas permiten salir a caminar. Caminar a través de una calle no implica generar un vínculo con esta que permita disfrutarlo o mostrar una disposición para la exploración o descubrimiento. Para lograrlo se necesitaba mostrar una disposición para empatizar con ella.

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La historización era la cualidad de las fachadas que posibilitaba un vínculo con el pasado, con los hechos que sucedieron en la calle y con las personas que lo hicieron. La disposición para empatizar con la calle podía aumentar o disminuir si se reconocía en las fachadas una historia detrás, verdadera o no, pero que permitiese no sentirse solo. “Por ejemplo acá [calle con fachadas Tipo A] hay más movimiento porque muchas personas abren en sus primeros pisos una bodega o un menú, y así hay una dinámica económica. Las fachadas Tipo B eran percibidas como elementos que no se dejaban ver por los muros perimetrales que bloqueaban la visión.

ventanas ovaladas

La localización interactuaba con las demás cualidades como un posibilitador, pues si la calle era asociada a un entorno favorable, permitía una mayor exploración. También posibilitaba identificar qué rodeaba a una calle o cómo se integraba a un sistema más complejo. Las relaciones eran graduales, de la fachada a la calle, de la calle al barrio y del barrio a la ciudad. Las limitaciones conceptuales y teóricas de cómo medir una empatía entre personas y cosas sugirieron enfocar el estudio en la etapa disposicional y no en la situacional. Si bien se entiende que todas las personas poseen cierta disposición para hacerlo, esta está influenciada por el nivel de su habilidad y de las cualidades formales del objetivo a empatizar (Gerdes et al., 2010).

La disposición para empatizar con las fachadas estaba influenciada por el entorno y podría resumirse como lo expresaba Elsa (mujer, 22 años), “depende de la zona”. La localización era necesaria conocer para empezar a comprender y controlar las limitaciones físicas. Lo que se espera es que permitan abrir nuevos debates sobre el análisis de la interacción cotidiana entre las personas y sus calles.

Caminar por las calles de Lima implica ser testigo del cambio formal de las diversas fachadas de una calle. Decenas de edificios han sido derrumbados para dar paso a otros nuevos, pero con una organización decorative distinta y entre los distritos que más han acogido estos cambios están los de la zona suroeste. Este fue uno de los motivos para seleccionar los barrios de Lince, Jesús María y Santa Beatriz. Primero se seleccionaron calles en donde sus fachadas ya habían cambiado -caso típico de esos tres barrios- y luego se buscaron calles cerca de ellas en donde sus fachadas aún se conserven (Figura 3). Para revelar el modo en que las fachadas influían en la disposición para empatizar con las calles se decidió comparar dos tipos distintos y observar qué percepciones e imaginarios urbanos se construían cuando se caminaba a través de ellas.

Las fachadas Tipo A, además de poseer un elevado nivel de vida, podían proyectarla hacia la calle permitiendo asociarlas a experiencias sociales con las cuales los jóvenes entrevistados mostraban una alta afinidad y que, además, dotaban de vida a la calle. El sentido de comunidad era la cualidad que tenían las fachadas para posibilitar que los diversos elementos que componían la calle interactuaran entre ellos intensamente. La variedad era organizada en un sistema más complejo que permitía a los jóvenes adultos entrevistados sumergirse en prácticas sociales con los cuales desarrollaban una afinidad. Ubicado en la comuna de Santa María, Región de Valparaíso, el Santuario de Santa Filomena es el escenario de la principal festividad religiosa de la zona, la que congrega a un gran número de visitantes desde distintos puntos de la región y del país. El Templo de Santa Filomena fue construido por iniciativa del hacendado Manuel de Guilisasti, quien en cumplimiento de una manda, ordenó levantar el Templo. La edificación desde un principio resaltó por su majestuosidad, la que contrasta con la rusticidad propia del entorno rural donde se inserta.

Se elaboraron seis cartillas, dos por cada barrio, que graficaban las fachadas Tipo A y Tipo B a una escala determinada, monocromática y sin la vegetación existente (Figura 6). Solo se trabajó con un lado de la cuadra -espacio entre dos esquinas de una manzana- pues estas calles eran relativamente anchas -de aproximadamente 19 metros- y la vista que se tenía cuando se caminaba por una de sus calzadas implicaba mayoritariamente las fachadas y una berma lateral (Figuras 4 y 5). Enfermedades mentales, los estados melancólicos y la histeria femenina, diversas epidemias y disaster sanitarias, la orfandad y la pobreza son parte de las temáticas que se pueden asociar a esta selección de obras, que permiten reflexionar de forma crítica en torno a la sociedad de masas, sus dinámicas políticas y económicas. Las obras, que corresponden a diversos períodos y estilos, fueron realizadas principalmente entre los siglos XIX y principios del XX. Se trata de pinturas, dibujos, óleos, esculturas, sobrerrelieves y grabados de artistas chilenos y extranjeros que, articulados en ocho estaciones, dan cuenta las formas de representación de la muerte, el duelo, la melancolía, el sentimiento de pérdida y desamparo tanto individual como colectivo. En 1585 el Papa Sixto V inició las obras para la transformación urbana de Roma, encargando a Domenico Fontana la conexión entre los principales edificios religiosos de la ciudad por medio de grandes ejes viarios rectilíneos.

Se trabajó con ellas porque se intentó problematizar su rol al ser elementos privados que influyen en la imagen pública de la ciudad que se construye diariamente. Son los elementos que dan el carácter habitacional de la calle y rápidamente se perciben visualmente. La dificultad de trasladar a los entrevistados para que caminen por las calles de estudio propició la creación de una herramienta gráfica que permitiese recrear esa acción desde un solo lugar, controlando así ciertas variables.

La segunda fase del proyecto contempla el paisajimo y la granja educativa. «Además, significa también un fomento del empleo para artesanos, mujeres y los adultos mayores. Durante el 2015, se construirá el pueblito Las Vizcachas, que es una hectárea completa de puros locales comerciales, donde la concept es que se arme un lugar de visitas turísticas, donde los artesanos puedan vender sus productos», describe. «Lo del parque es una thought que comencé a trabajar buscando que familias de escasos recursos y de clase media tuvieran acceso a espacios recreativos de calidad, como el Parque Bicentenario de Vitacura o el Padre Hurtado de Las Condes», sostiene el edil de Puente Alto, Germán Codina.

En cuanto al urbanismo nace el interés por el cuidado con el contexto en el que se emplazan las obras un contexto urbano que la recibe y la hace parte de un trazado mayor y parte del panorama de ciudad. La herramienta que logra esta inmediata percepción visual, es la perspectiva que está en las composiciones tanto de la arquitectura, pintura y escultura y ya en el s XVIII.

A pesar de que todas las calles sean físicamente caminables, no todas permiten salir a caminar. Caminar a través de una calle no implica generar un vínculo con esta que permita disfrutarlo o mostrar una disposición para la exploración o descubrimiento. Para lograrlo se necesitaba mostrar una disposición para empatizar con ella.

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